La vida en tres colores: Oesterheld, y el día de la historieta Argentina
Un 04 de Septiembre, del año 1957, se publica "El Eternauta", por primera vez. Apenas tres páginas de ciencia ficción, dibujadas magistralmente por Francisco Solano López, y concebidas en el alma del escritor, periodista y geólogo argentino Héctor Germán Oesterheld, mismo que era director del medio en que se hizo la publicación, Hora Cero. Es por ello, que la nación vecina celebra este día, cada año, como "El día de la historieta Argentina", una forma de recordar la vida y hechos de un autor que construyó, junto a otros, el lenguaje y sello de su país.
Para muchos, "El Eternauta" marca el principio de la historieta latinoamericana, como es conocida en los últimos 50 años. Un ejercicio de metalenguaje que bien se inspira en Unamuno, Prieto y Borges, a la vez que un discurso político social que estructura las verdades de quien es solo parte de un colectivo, una masa que vive o sobrevive a base de ingenio y talento. Y es que la obra resuma el pensamiento del autor, aún en un punto de equilibrio ante la vida, esperanzado de que otros como él, sean capaces de madurar y actuar en coherencia con lo que piensan, dando espacio al bien común. "Solo, rodeado, preso no ya por el mar sino por la muerte", un Robinson Crusoe perdido en el tiempo y espacio, un avatar del mismo autor y un reflejo del destino que iba a marcar su propia tragedia personal, Juan Salvo se presenta en la casa de Oesterheld una tarde de invierno, con la esperanza que pueda entregar información sobre su propia historia, su propio ser, para así, como la próxima primavera, alcanzar un cambio y una nueva oportunidad. Pues el mundo, y en este caso Buenos Aires, ha sido invadida por una raza alienígena, quienes han decidido conquistar la Tierra, lanzando una "nevada radioactiva" (alegoría a la teoría del invierno atómico, en caso de guerra), para acabar de forma certera, con todo aquel que pudiese prestar resistencia. Es así que vemos en la metáfora de la nieve radioactiva, la interpretación de la guerra: aséptica, ajena al hombre mismo y trágica en sus hechos. La conquista de quienes son menos adelantados, de una sociedad que avanza a un ritmo diferente, y que como hombre culto, Oesterheld refleja muy bien.
Años más tarde, y ya inmerso en el "Movimiento de guerrilla Montoneros", Oesterheld desarrolla un guion para continuar la historia, de una forma más política, reflejo preciso de sus vivencias, de una dictadura en todo sentido. Y es así, que una tarde de Abril, en 1977, le toman preso, para luego ser asesinado en algún momento de 1978. Uno de los últimos recuerdos patentes de el autor, será el transcrito por Eduardo Arias, psicólogo y compañero del mismo en el centro de detención, donde señala que en Nochebuena de ese año, 1977, los captores les permiten fumar sin vendas, por cinco minutos. Es así que ve lo demacrado y consumido del estado en Oesterheld, quien tuvo el gesto de saludar a todos, "por ser el más viejo".
A 62 años de su publicación, la obra "El Eternauta" sigue no solo siendo un pináculo y piedra fundamental en el desarrollo de las artes narrativas argentinas, también es el testamento de un autor salvaje, cuyo talento y pensamiento desbordó cada palabra que incluyó en su obra, volviéndose un testamento de sus últimos días. "Solo, rodeado, preso no ya por el mar sino por la muerte", la misma muerte que le llevó una tarde de 1978. Quiero pensar que vino como una amiga, como un premio a todo lo escrito y enseñado, que le dio un nuevo pase y que, cada vez que leemos "El Eternauta", vuelve a vivir.
----Vicente Pascual Moscoso----
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